jueves, 1 de noviembre de 2007

Se requiere rigurosa etiqueta


Rigor de etiqueta, a pesar del bao a humo, de sudor, de la mugre del piso que nadie limpia, de las meseras tuertas, cojas, bigotudas y rengas. Un verdadero casting, a Kunda le gusta así. Todo puede terminar mal. Una mirada de más puede desembocar en una tragedia. La palabra seguridad para Kunda no existe. Que rompan todo, que destrocen todo este boliche de mierda. Una genealogía de destrozos decora el ambiente. Mas de uno salió con las patas para adelante, en sobretodo de madera. Los quilombos siempre empiezan por lo mismo: alguno cortó de más la merca; una putifina que juega a dos puntas, a tres, a cuatro, a cinco; una cuenta que nadie quiere pagar; más de un vergudo en un espacio tan chico. Cosas que no se perdonan. Y todos andan calientes de más. Excesos, el progreso de la civilización lo requiere si es que queremos abandonar esta miseria cultural que nos rodea. Miseria cultural, palabras de Kunda. Ya estoy hablando como él. Nunca lo escuche preguntar: “¿Qué mirás?”, pero en más de una ocasión lo vi descerrajar los sesos a un pobre infeliz que lo molesto. Rigurosa etiqueta, la elegancia ante todo. Acá todo vale. Si uno tiene ganas de sodomizar un perro o dejarse sodomizar por un perro, nadie lo va a molestar, pero eso si: rigurosa etiqueta siempre, si no a la mierda, acá no entrás. Jazz del infierno parece juntar más locos que de costumbre. Esta es la evolución. Se despidieron a los patobicas para contratar sacacadaveres. Entradas gratis para todas las putifinas, entradas gratis para políticos, para los hijos de los políticos y para todo fumanchu que ande dando vueltas porai. Jazz del infierno tiene que ser más grande aún que “EL TEATRO DE LA EVOLUCIÓN”. Ese es el objetivo. Mala bebida, ingratitudes y puñales por la espalda.

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